México será sede de la III Cumbre Internacional sobre Políticas Exteriores Feministas, la cual busca generar un espacio de diálogo para compartir experiencias, mejores prácticas e identificar oportunidades concretas para la transversalidad de la igualdad de género en procesos internacionales.

La Cumbre que se realizará del 1 al 3 de julio de 2024 reunirá a ministras y ministros, personas enviadas especiales de género, funcionarias de alto nivel, sociedad civil y academia quienes hablarán sobre el compromiso de los Estados con la eliminación de las diferencias estructurales, brechas y desigualdades de género para que ninguna mujer, joven o niña, en toda su diversidad, se quede atrás.

En La Cadera de Eva entrevistamos a Daira Arana, directora de Global Thought y a Arlene Ramírez Uresti, Doctora en Relaciones Internacionales y académica de la Universidad Iberoamericana para analizar la importancia de esta Cumbre y los pendientes que tiene México en cuanto a su Política Exterior Feminista (PEF).

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¿Qué implica una Política Exterior Feminista?

Aunque existen diferentes definiciones, enfoques y modelos en función del contexto y prioridades de cada país, Daira Arana y Arlene Ramírez señalan que un elemento común de toda Política Exterior Feminista es que posiciona la igualdad como elemento transformador tanto del país como de sus relaciones internacionales.

Oficialmente, México define su política exterior feminista desde la incorporación de perspectiva de género en la Secretaría de Relaciones Exteriores (SRE) y el Servicio Exterior Mexicano (SEM). Estas acciones se han centrado principalmente hacia el interior de la cancillería mexicana incrementado el número de mujeres que trabajan en esta dependencia. Pero ¿tener paridad es suficiente?

Al respecto, Arlene Ramírez explica que una Política Exterior Feminista (PEF) no sólo significa que los Estados utilicen perspectiva de género en la política pública para reducir la brecha de género, si no que implica garantizar los derechos de las mujeres dentro y fuera de las fronteras de su territorio. 

Al respecto señala que se han eliminado iniciativas importantes que atendían a las mexicanas en el exterior, ejemplo de ello es el programa 3x1 para Migrantes, el cual era operado por la Secretaría del Bienestar y consistía en apoyar las iniciativas de los migrantes organizados para realizar proyectos que contribuyan al desarrollo de sus localidades de origen, mediante la aportación de los tres órdenes de gobierno: federal, estatal y municipal, así como de organizaciones de migrantes en el extranjero.

"La política exterior feminista en realidad entra hasta esos niveles, o sea, debería de estar permeando las necesidades de las comunidades, no solamente en cuanto a la participación con organismos internacionales que, finalmente es lo más glamuroso, pero es lo menos tangible para la población altamente vulnerable" (Arlene Ramírez)

Principales retos

El Centro Internacional para la Investigación sobre la Mujer (ICRW) señala que, una Política Exterior Feminista (PEF) trata de transformar las estructuras de poder coloniales, racistas, patriarcales y dominadas por hombres y se sustenta en valores de igualdad y justicia buscando la coherencia de ese enfoque en todos sus niveles y en ámbitos como la defensa, la diplomacia, el comercio y la inmigración.

Esto significa que, las políticas exteriores feministas tienen como objetivo alterar el comportamiento tradicional del Estado, pues lo consideran un agente que participa, organiza y perpetúa las desigualdades. Daira Arena explica que promulgar una política exterior feminista es, en sí mismo, una acción disruptiva la política exterior de un Estado ha sido históricamente dominada por normas y lógicas masculinas, en donde las mujeres y sus realidades han sido tradicionalmente excluidas.

"Lo que estamos observando en términos generales es que cuando un Estado dice que es feminista desde su política exterior, más bien está buscando implementar de una manera más contundente la perspectiva de género o cuestiones que tienen que ver con paridad, equidad e igualdad. Pero más allá de eso, no arropan otras agendas del feminismo como el antimilitarismo o antiracismo" (Daira Arana)

Entonces, ¿la política exterior de México es feminista? Tanto Daira como Arlene coinciden en que aún no, sobre todo porque parece que la decisión de nombrar a la política exterior de México como feminista fue una decisión únicamente de la SRE y no del gobierno federal, por lo que no se han articulado políticas, mecanismo y programas que garanticen su adecuado funcionamiento. 

Para ambas expertas una PEF debe implicar un cambio de política radical que debe ir más allá de los esfuerzos políticos de transversalización de género en el Servicio Exterior Mexicano (SEM), sino que debe eliminar la violencia contra las mujeres desde adentro hacia afuera: de la política interior al exterior.  

"Hay una incongruencia con política interna desde donde la presidencia se desestima la violencia contra las mujeres a través del recorte de presupuesto a programas para atender este problema y no se ha invertido en un Sistema Nacional de Cuidados, este tipo de contradicciones hacen que esta política exterior feminista no tenga el empuje que necesita, aunque a nivel internacional sea reconocida" (Daira Arana)

Mujeres, paz y seguridad 

Una política exterior feminista es una oportunidad para repensar cómo México está abordando los desafíos internacionales, pero también para mirar hacia el interior sobre las acciones que está tomando el país para eliminar las desigualdades y violencias contra las mujeres y niñas en toda su diversidad.

Daira considera que al ser México un país de tránsito y destino migratorio, un grupo prioritario que debe contemplar su PEF debe ser la protección a niñas y mujeres migrantes en términos de su relación con otros Estados, pues son más vulnerables a sufrir delitos y violencias. 

La organización Médicos sin Fronteras documentó que en el último trimestre de 2023 las consultas por violencia sexual incrementaron en un 70% respecto al tercer trimestre del mismo año en la zona fronteriza de Reynosa y Matamoros, Tamaulipas, ciudades que forman parte de rutas migratorias

Al respecto, Arlene Ramírez señala que existe una incongruencia en el manejo de la política migratoria en nuestro país pues la SRE "se tapa" con el argumento de que les corresponde a la Secretaría de Gobernación (Segob) y al Instituto Nacional de Migración (INM) atenderla cuando en realidad debe ser un esfuerzo conjunto de las tres instituciones. 

En ese sentido, Arlene señala que la búsqueda de personas desaparecidas es otro tema que debe considerar México en su PEF, no sólo porque madres buscadoras han acudido a instancias internacionales como la ONU, para solicitar ayuda para atender la crisis de desapariciones, sino porque México es también el epicentro de las desapariciones de migrantes centroamericanos. 

"México tiene que articular una política que no solamente sea hacia afuera el glamur del protocolo internacional, si quiere tener una política exterior feminista realmente tiene que proteger a sus niñas y a sus mujeres en todos los frentes de la política pública" (Arlene Ramírez)

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