¿Has escuchado hablar del cispassing o te han dicho que tienes ese “privilegio”? Detrás de lo que muchas veces se enuncia como un “halago” se esconde una forma de violencia que refuerza los estereotipos  normativos de belleza y de género. 

El término cispassing se utiliza para describir a las personas trans cuya apariencia o expresión de género se ajusta a las expectativas cisnormativas; es decir, que son percibidas como personas cisgénero.

Pero lejos de ser un privilegio, el cispassing reproduce una supuesta legitimidad dentro de las propias comunidades trans, donde las mujeres que “no lucen como mujeres” según el imaginario patriarcal son juzgadas, marginadas o deslegitimadas. 

Esta idea refuerza el mito de que la validez de la identidad trans depende de “encajar” en los moldes del género binario, cuando en realidad debería partir del reconocimiento de la autodeterminación, la diversidad corporal y la libertad de existir sin ser medida por los ojos cis pero, ¿qué es el cispassing y de qué manera opera?

En entrevista con La Cadera de Eva, Acoatl Santillán (ella/elle), activista trans por los derechos de la comunidad LGBTQ+, artista plástica, bailarina, performer y consejera virtual en The Trevor Project México, explica que el cispassing es “una forma de medir tu nivel de entrada al mundo cis-heterosexual”.

¿Qué es el cispassing

El cispassing es considerado una herramienta meramente cis-heteropatriarcal, utilizada por la sociedad para seguir perpetuando las violencias de género. Este término busca invisibilizar a las identidades trans que no se ajustan a la norma.

De acuerdo con Acoatl Santillán, el cispassing hace referencia a la “lectura” que se le da a una persona trans para medir qué tanto puede ser leída como una persona no trans, es decir, qué tanto se puede parecer físicamente a una persona cisgénero.

Así, el cispassing espera que las mujeres y personas trans se acoplen a las reglas, estándares y términos del mundo cis-heterosexual. “Es un ideal o un punto de hegemonía que cada persona es libre de seguir o no, pero no debe ser lo que defina su identidad trans”, explica Santillán. 

Sus inicios en la cultura ballroom

Sus orígenes tienen raíz en la comunidad ballroom, una subcultura LGBTQ+ nacida en Nueva York,  Estados Unidos, en las décadas de 1960 y 1970, iniciada por mujeres trans negras y latinas racializadas, que se originó como una respuesta al racismo y la discriminación en los bailes drag. Así se crearon espacios seguros para la expresión de identidad sin prejuicios mediante los famosos balls, con categorías como el voguing (un estilo baile), runway (pasarelas) y realness (en las que se interpretaba un rol). 

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Sin embargo, no todo en la búsqueda implicó expresión y liberación, también se reforzó la idea de que las mujeres trans debían “pasar” por mujeres cis es decir, adecuarse a las normas de feminidad impuestas por la mirada hegemónica. 

Aquí es donde entra en juego el concepto de realness, una categoría que hace referencia a la capacidad de una persona para “pasar” o ser percibida como si perteneciera a un determinado grupo de identidad de género o clase social sin que su pertenencia sea cuestionada.

En su origen, el realness funcionó como una forma de supervivencia y resistencia frente a la violencia estructural, pues para muchas personas trans y racializadas, “pasar” significaba protegerse del estigma, la pobreza y la exclusión, explica Santillán.  

“Al luchar constantemente con violencias, comparaciones e ideales de belleza, muchas veces inalcanzables, abonan a estos mismos factores de estrés emocionales”.

La violencia detrás del cispassing

De acuerdo con la Encuesta 2024 sobre la Salud Mental de las Juventudes LGBTQ+ en México, liderada por The Trevor Project, 67% de las juventudes trans llegaron a tener ideas suicidas. Esto significa que aproximadamente dos de cada tres personas trans consideraron el suicidio el año pasado.

Es crucial señalar que ser una persona trans o LGBTQ+ no crea precisamente estas ideas, lo que las crea son las violencias estructurales que perpetúa la sociedad en contra de esta minoría. Estas cifras están directamente relacionadas con la presión impuesta sobre los cuerpos de las personas de la comunidad LGBTQ+, especialmente de las mujeres trans y, por ende, con factores de estrés emocional debido a la presión social.

Foto: Cuartoscuro
Foto: Cuartoscuro

La consecuencia más directa del cispassing es que mide el nivel de entrada al mundo cis heterosexual y, por lo tanto, determina el nivel de discriminación y rechazo social que enfrentará una persona trans.

Fuera de la comunidad trans, se perpetúan muchísimas violencias, como la negación de dinero, el alimento, la familia, el trabajo y el hogar. La sociedad tiende a negar y castigar a las personas trans.

Aunque, la violencia que se entrelaza con el cispassing no siempre es exclusiva de los lugares cis heteronormados, también puede replicarse dentro de la misma comunidad trans

La activista, filosofa y escritora, Mikaelah Drullard explica en Del cispassing al transpassing: las travas no le debemos “passing” a nadie, que: 

“El privilegio cis solo funciona cuando la persona que lo vive está conforme con su género, es decir, no es disidencia en relación a la norma y no vive un malestar por vivirse como se le obliga a ser o el contexto espera que sea” y que en ciertos espacios, “mientras más cispassing tengas, más legitimidad tienes para llamarte mujer trans. (...) se está replicando el discurso terf que sostiene que el sujeto del feminismo es la mujer cis y por más que transites no hay forma de subsanar el hecho de que viviste como hombre, porque lo que legitima a la mujer cis como sujeto del feminismo es su esencialismo biológico”.

Acércate a The Trevor Project 

“Cargamos con muchos mitos como ‘sólo quieren llamar la atención’, por eso hablar del tema con claridad, con respeto y con respeto es el primer paso para comenzar a cuidar la vida”, explica Acoatl Santillán

Para hablar al respecto, puedes  acercarte a  The Trevor Project México, que ofrece diversos canales para acceder a sus servicios de atención a crisis emocionales y prevención del suicidio, así como recursos educativos, todos ellos sin costo y disponibles para las juventudes LGBT+ en México y Estados Unidos.

Sus servicios están disponibles las 24 horas, los 7 días de la semana, los 365 días del año, y son completamente gratuitos.