Muchas de nosotras nos hemos comparado alguna vez con las mujeres que vemos en la televisión, en las series, o en los anaqueles de las tiendas de moda. Figuras que se han impuesto como modelo y sentencia, delimitando el tipo de cuerpo “perfecto” a uno solo. La realidad y la naturaleza de la diversidad humana muestran todo lo contrario, cada persona, cada mujer, nace con cualidades únicas y querer invalidarlas a través del prototipo de la “mujer perfecta” es violencia estética

Nos acercamos con la Dra. Ana Celia Chapa, académica del Centro de Investigaciones y Estudios de Género (CIEG), para que nos explicara qué es y ahondar en cómo afecta el desarrollo y la perspectiva que las mujeres tienen de sí mismas. 

¿Qué es la violencia estética?

De acuerdo con la Dra. Ana Celia, investigadora del CIEG, la violencia estética es una forma de agresión que se centra en la apariencia física de una persona, imponiendo estándares de belleza que perpetúan roles de género y estereotipos culturales. Esta forma de violencia, aunque más sutil que otras manifestaciones, tiene un impacto significativo en la autoestima, la salud mental y el bienestar general de las mujeres.

Se manifiesta de diversas maneras, desde comentarios despectivos sobre el cuerpo y la apariencia de una persona, hasta la promoción agresiva de productos y tratamientos cosméticos como soluciones necesarias para alcanzar la "perfección". Estos estándares, frecuentemente promovidos por la industria de la moda, la publicidad y las redes sociales, crean una presión constante sobre las mujeres para cumplir con ideales de belleza irreales y homogéneos.

Este tipo de violencia se entrelaza con otros tipos de discriminación, como el sexismo, el racismo y la discriminación por edad o discapacidad, exacerbando la exclusión y marginalización de aquellos cuerpos que no se ajustan a los estándares dominantes. La violencia estética puede presentarse tanto en el ámbito público como en el privado; la vemos en las calles, en la publicidad que estereotipa un solo tipo de cuerpo que vemos en las calles, hasta en la autoexigencia y autocensura internalizada por la inseguridad personal que nos pueden generar los estándares de belleza.

La Dra. Ana Celia plantea que una lectura para acercarnos al tema es Bellas para morir: Estereotipos y violencia estética contra la mujer, de la autora venezolana Esther Pineda G., quien es reconocida también por sus aportes a los estudios sobre la discriminación racial a las personas afrodescendientes. Ambas coinciden en que vivir este tipo de violencia tiene consecuencias tanto a nivel físico como emocional.

Impacto de la violencia estética en la salud y el bienestar

La presión constante para cumplir con los estándares de belleza impuestos puede tener graves consecuencias para la salud mental y el bienestar de las mujeres. La insatisfacción corporal, los trastornos alimenticios, la ansiedad, la depresión y la baja autoestima son algunas de las consecuencias más comunes de esta forma de violencia.

Además, la violencia estética limita la participación y el desarrollo de las personas en diversos ámbitos sociales y laborales, restringiendo sus oportunidades y perpetuando la desigualdad de género.

“Al no cumplir con el canon de belleza, puedo experimentar un sentimiento de culpa a nivel individual, a raíz de la creencia de que no soy suficiente. Estos sentires son nocivos porque generan, por ejemplo, desde el terreno de la psicología, dismorfia y trastornos alimenticios. También puede provocar que las mujeres se aislen de actividades sociales por vergüenza corporal, porque también una de las intenciones de la violencia estética es generar vergüenza corporal”, explica la investigadora en entrevista con La Cadera de Eva

Romper con los parámetros de belleza 

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La lucha contra la violencia estética requiere un esfuerzo colectivo para desafiar y desmantelar los estándares de belleza nocivos y las prácticas discriminatorias que los sustentan. Es fundamental promover una cultura de respeto y aceptación de la diversidad corporal, valorando la belleza en todas sus formas y manifestaciones.

De acuerdo con la Dra. Ana Celia, la educación y la conciencia crítica son herramientas poderosas para combatir esta forma de violencia, promoviendo la autoaceptación, el autocuidado y el empoderamiento de las mujeres.